Libros de Lyc VooDoo

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Autor: Lyc VooDoo

Temática: General

Descripción: 12 Dejando de lado la peliaguda cuestión de mi orgullo y mi humildad, lo cierto es que esta vez he atendido con gusto y sin titubeos a una de esas "instancias". ¿Y por qué un cambio tan súbito? Pienso que porque lo que me pidieron fue algo muy preciso, muy concreto: armar un librito con lo que he publicado sobre crítica literaria, y armarlo ya, para que se imprima en 1993. Las invitaciones a reunir unos artículos me dejan a mí la "responsabilidad" de la selección y del plazo de entrega, y por eso nunca han surtido efecto. Trataré de explicarme. A mí, más que discurrir sobre el fe- nómeno y los problemas de la crítica, lo que me gusta es meterme en el fenómeno y los "problemas" de la literatura. Para mí, por ejemplo, si se trata de un soneto de Garcilaso de la Vega, lo importante es entenderlo, y entenderlo no así como así, sino en su ser mismo, en su todo y en sus partes, con su sustancia y su ornamento, su mensaje y su estructura; entenderlo como lo entendían los contemporáneos de Garcilaso, y aun Garcilaso mismo. Esa tarea supone, naturalmente, una actitud que bien puede llamarse "pensamiento crítico" (hablar de "teoría", y no digamos de "doctrina", o de "metodología", sería exceso retórico), pero ese "pensamiento" está, por decir así, al servicio del sentimiento, pues el soneto se siente más que se piensa. La crítica en abstracto, la crítica como "discurso" puro y cerrado en sí mismo, no es para mí. Lo que a mí me gusta es la crítica práctica, la crítica en el acto de agarrar, por ejemplo, ese soneto de Garcilaso, sobre todo cuando el acto crítico se apoya en (o sencillamente se complementa con) la visión histórica. Casi todo mi artículo sobre "La gran fortuna de un soneto de Garcilaso" (1975) es historia del placer que ese soneto suscitó en varias generaciones de lectores. Cuando escribo cosas así es cuando me siento más en mi elemento. Y como la época "barroca" (digamos de 1580 a 1695, de Góngora a Sor Juana) ofrece oportunidades buenísimas para esa clase de deporte, el resultado es que me he hecho, en un nivel modesto, especialista en poesía barroca. Pero —y aquí entra el gran pero— esos ensayos se refieren casi siempre a materias tan "especializadas" como una letrilla de Góngora o el soneto "en eco", y naturalmente traen notas de pie de página cargadas de... pues sí, de "erudición": datos bibliográficos, fechas, números de folio, citas o glosas de ciertos pasajes probatorios, desarrollos o ampliaciones de lo dicho en el que ya hacia 1965 o 1970 quería proponerme como candidato al Colegio Nacional. "Amigo Alatorre, déjese de articulitos, escriba un libro", me decía. Pues ¿con qué cara iba a lanzar la candidatura de un individuo que no había escrito un solo libro?

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Autor: Lyc VooDoo

Temática: General

Descripción: 12 Dejando de lado la peliaguda cuestión de mi orgullo y mi humildad, lo cierto es que esta vez he atendido con gusto y sin titubeos a una de esas "instancias". ¿Y por qué un cambio tan súbito? Pienso que porque lo que me pidieron fue algo muy preciso, muy concreto: armar un librito con lo que he publicado sobre crítica literaria, y armarlo ya, para que se imprima en 1993. Las invitaciones a reunir unos artículos me dejan a mí la "responsabilidad" de la selección y del plazo de entrega, y por eso nunca han surtido efecto. Trataré de explicarme. A mí, más que discurrir sobre el fe- nómeno y los problemas de la crítica, lo que me gusta es meterme en el fenómeno y los "problemas" de la literatura. Para mí, por ejemplo, si se trata de un soneto de Garcilaso de la Vega, lo importante es entenderlo, y entenderlo no así como así, sino en su ser mismo, en su todo y en sus partes, con su sustancia y su ornamento, su mensaje y su estructura; entenderlo como lo entendían los contemporáneos de Garcilaso, y aun Garcilaso mismo. Esa tarea supone, naturalmente, una actitud que bien puede llamarse "pensamiento crítico" (hablar de "teoría", y no digamos de "doctrina", o de "metodología", sería exceso retórico), pero ese "pensamiento" está, por decir así, al servicio del sentimiento, pues el soneto se siente más que se piensa. La crítica en abstracto, la crítica como "discurso" puro y cerrado en sí mismo, no es para mí. Lo que a mí me gusta es la crítica práctica, la crítica en el acto de agarrar, por ejemplo, ese soneto de Garcilaso, sobre todo cuando el acto crítico se apoya en (o sencillamente se complementa con) la visión histórica. Casi todo mi artículo sobre "La gran fortuna de un soneto de Garcilaso" (1975) es historia del placer que ese soneto suscitó en varias generaciones de lectores. Cuando escribo cosas así es cuando me siento más en mi elemento. Y como la época "barroca" (digamos de 1580 a 1695, de Góngora a Sor Juana) ofrece oportunidades buenísimas para esa clase de deporte, el resultado es que me he hecho, en un nivel modesto, especialista en poesía barroca. Pero —y aquí entra el gran pero— esos ensayos se refieren casi siempre a materias tan "especializadas" como una letrilla de Góngora o el soneto "en eco", y naturalmente traen notas de pie de página cargadas de... pues sí, de "erudición": datos bibliográficos, fechas, números de folio, citas o glosas de ciertos pasajes probatorios, desarrollos o ampliaciones de lo dicho en el que ya hacia 1965 o 1970 quería proponerme como candidato al Colegio Nacional. "Amigo Alatorre, déjese de articulitos, escriba un libro", me decía. Pues ¿con qué cara iba a lanzar la candidatura de un individuo que no había escrito un solo libro?

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